Un lugar para la reflexión, donde practicamos la fantasía de lanzar botellas al mar y pensar en voz alta.

martes, 15 de septiembre de 2015

LA IMPORTANCIA DEL PASILLO ESCOLAR

Si creemos que la escuela es una suma de aulas, de la misma manera también podríamos pensar que el pasillo es el elemento conector que las une y vincula.
Desde esta mirada ingenieril el pasillo es, simplemente, una vía de circulación que cualquier técnico podría resolver, como quien juega con un Meccano, organizando funcionalmente los locales y determinando, para cada uno, las dimensiones mínimas que establecen los códigos y los manuales. Las medidas surgirán entonces del cálculo de flujo, como se hace con las tuberías que conducen fluidos. Habiéndonos olvidado, en este caso, que se trata de un espacio que forma parte de un edificio escolar.
Ya se mencionó en otras oportunidades sobre cómo en la escuela todos los espacios participan colaborando con la tarea educativa. Asociación activa que acompaña, estimula, sugiere e invita.
En lugar del monótono y largo pasillo une-aulas, propongo y me imagino el espacio irregular con bahías y asientos, buena iluminación natural, colores vitales y visuales al exterior. Paredes diversas, con carteles y anuncios de interés. Ambientes que inviten a ser recorridos y disfrutados. Espacios sugerentes de otros con sucesiones inesperadas, dosificando la sorpresa con lo esperado y terminando en algo que no sea una pared que se percibe desde el otro extremo. No a la exhibición total y si a lo sugerido, a la invitación cómplice. Todo esto permitiendo el encuentro, casual entre compañeros que deben completar una tarea, como para, también, interrogar al docente con la curiosidad propia del estudiante motivado. La informalidad del clima planteado, por ejemplo alrededor de la máquina de café, suele ayudar a apropiarse de los espacios, transformarlos en lugares, con esa sensación de pertenencia que es esencial para que se establezca la comunión imprescindible dentro del proceso educativo.
Por el pasillo, sin duda, se circula porque cumple su función distribuidora y debe servir para la evacuación ágil y segura en los casos de emergencia, pero en la escuela, institución sociabilizadora por excelencia, tiene una función agregada que consiste en fomentar el encuentro dentro de un particular clima.
Los límites de este espacio a veces se esfuman y en las propuestas más modernas tienden a ser virtuales, desapareciendo sus paredes. Los pasillos que solo sirven para circular resultan, económicamente, onerosos, inhibiendo la tan necesaria flexibilidad de usos. Integración y participación espacial son la expresión física del curriculum oculto. Es la metáfora el lenguaje al que el edificio escolar recurre para hablar y transmitir valores.

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL PATIO ESCOLAR. La otra mirada.

“Patio: Espacio cerrado con paredes o galerías, que en las casas y otros edificios se suele dejar al descubierto.” (Diccionario de la lengua española-RAE)

El patio es el vacío que queda entre las aulas. Esta visión parece ser el motivo que genera en las autoridades escolares la necesidad de cubrir y llenar y avanzar sobre los espacios descubiertos construyendo aulas, talleres, laboratorios, oficinas, salas de maestros, depósitos y todo otro espacio cubierto que consideran que la escuela pueda necesitar.
“Horror vacui”. Los vacíos generan tensión y la ansiedad por llenarlos. La necesidad de ocuparlo parece ser el motivo por el que se empieza a llenar de construcciones. Es como si lo descubierto fuera algo incompleto, que necesita ser llenado para hacer desaparecer la tensión original, tranquilizando con la sensación del deber cumplido.
Por definición un espacio vacío existe para ser llenado. Por lo tanto, al considerar al patio como un espacio vacío, nos encontramos ante un error conceptual que es el que le genera todos los males al desprestigiado espacio. Error que proviene de privilegiar el desarrollo intelectual por encima de la actividad física. Más allá de las enunciaciones rimbombantes y discursivas de “Mens sana in corpore sano”, las verdaderas intensiones se ven en la cantidad de horas previstas en la curricula y en los programas de educación física, que es lo que va a determinar las dimensiones reales de los espacios destinados a estas actividades.
En el rincón opuesto se encuentran los alumnos, inconsultos usuarios del patio, que consideran a éste como el área esencial, alrededor de la cual se ordenan y subordinan todas las aulas. El patio, de ubicación central en el recuerdo de los ex alumnos, es el lugar de los momentos más deseados. Aquí se desarrollan las actividades informales, con libertad dentro del contexto permitido. El recreo el momento esperado por los alumnos y el más temido por los maestros.
Los códigos establecen dimensiones mínimas para los patios, no medidas máximas. Esto señala dónde está el peligro. Los redactores temieron, en todos los casos, la construcción de espacios insalubres.
“Los patios abiertos de recreo tendrán una superficie pavimentada mínima de 2 m2 por alumno. Estarán orientados de manera de obtener el mejor asoleamiento, evitando grandes áreas de sombra permanente y/o expuestas al viento” (2.10.2. CRAE).
“Una escuela, en cualquiera de sus niveles y modalidades, sean estos del ámbito Oficial o Privado, cualquiera sea el número de alumnos, contará con patios de una superficie acumulada no inferior al 75 % del área total de las aulas.” (7.6.1.3 CECBA).
Desde la mirada del planificador y proyectista, el patio tiene la misma importancia pedagógica que el resto de los ámbitos escolares. No existen espacios mejores que otros para el desarrollo de la labor educativa. Todos los espacios deberán permitir y acompañar la labor del docente creativo y despierto a los intereses e inquietudes de sus alumnos.

El patio probablemente sea el ámbito con mayores posibilidades para favorecer el encuentro espontáneo con los otros, de experiencias directas con el ambiente e incorporación de valores a través de actividades tan estimulantes como el juego grupal o el deporte en equipo.