“No te preocupes si tus
hijos no te escuchan: Te observan todo el día.”
Teresa de Calcuta
A partir de pasar por la experiencia de
recorrer una exposición, que Jorge Bruce me había recomendado visitar en Río,
nada me resultó igual que antes. Descubrí que los objetos que nos rodean actúan
y además se desenvuelven en planos diferentes a los que yo conocía. Comencé a
ver que se exhibían sin pudor y hasta de manera obscena a nuestro alrededor,
despreocupados de cualquier opinión. Claro, se manejan en una dimensión donde
todo es posible. No conocen la ética, sólo la estética y el placer. Saben que
nadie se atrevería a delatarlos, porque inmediatamente sería tildado de insano.
Se comunican con nosotros con la mirada cómplice de quienes se saben intocables.
La sola mención de su existencia nos dejaría desarmados. No sería posible
encontrar las palabras que pudieran expresar esta relación ilícita, dentro de
un mundo privado y secreto, que se desarrolla únicamente en la vastedad del inconsciente.