Un lugar para la reflexión, donde practicamos la fantasía de lanzar botellas al mar y pensar en voz alta.

miércoles, 30 de octubre de 2019

CRISTÓBAL COLÓN, SANTA CLAUS Y LOS LYNCH EN GALWAY


Un nuevo aniversario de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo y mi reciente arribo del Viejo, me hicieron reflexionar sobre un acontecimiento no demasiado conocido.
En el centro de la ciudad de Galway, al oeste de Irlanda, se levanta una iglesia de origen normando terminada en el AD 1320, bajo la advocación de San Nicolás, patrono de los navegantes.  Se trata de una construcción austera de sillares de piedra gris martelinada y arcos ojivales, organizada sobre una planta de cruz latina, con una torre de sección cuadrada que hace de campanario con relojes que culmina en una cubierta piramidal de cobre muy apuntada, enfatizando el crucero. La orientación del eje mayor es la tradicional este-oeste, desviado 10°N. Curiosamente tiene dos naves laterales de jerarquía semejante a la nave central (ligeramente más altas que ésta) que fueron agregadas en el siglo XVI gracias a la importante donación de dos familias pertenecientes al grupo conocido como “las catorce tribus de Galway”. Esta ampliación altera totalmente el aspecto y la volumetría original que termina teniendo una planta casi cuadrada, con agregados y desproporciones que le quitan simetría. La nave lateral derecha tiene elementos que la otra no posee: Contrafuertes, almenas y gárgolas. La puerta principal de acceso, ubicada en el centro de la fachada occidental, es levemente apuntada, sutilmente abocinada, con un guardapolvo labrado y consta de dos hojas de abrir de tableros de madera, hoy pintada de rojo-lacre.
Esta fachada, se conforma por tres hastiales, que se corresponden con las naves, pareciendo un corte transversal que exhibe, sin secretos, su organización interior. Tiene tres vidrieras diferentes que se esfuerzan en alivianar los muros. Las cubiertas de pizarra tienen una pendiente que supera los 45° con la clara intención de evacuar velozmente las aguas de las lluvias frecuentes.
Se sabe y recuerda con orgullo que Cristóbal Colón visitó y oró en esta iglesia de San Nicolás en 1477, quince años antes de atravesar el Atlántico hacia el poniente. Me lo imagino inquieto y curioso, buscando datos que le sirvieran luego para la expedición audaz que le propusiera a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.
Es coherente la visita de Colón a una iglesia dedicada al patrono de los navegantes, en una ciudad con un puerto que tenía una gran comunicación comercial con España (vino y pesca).
Me es también grato recordar que Patrick Lynch Blake, perteneciente a una de las familias donantes de esta iglesia, partió de Galway, en 1744, para instalarse en el Río de la Plata, iniciando aquí una prolífica y notable descendencia criolla.