Paraguay 3901
Arq. Juan Beckert
SVD
1907
La
Basílica del Espíritu Santo fue proyectada y dirigida por el sacerdote y
arquitecto alemán Juan Beckert a pedido de su superior y fundador de la orden
del Verbo Divino, el holandés, hoy santo, Arnoldo Jansenn, quien había intuido
que "Buenos Aires algún día sería una gran ciudad, y que debía contar con
un templo que estuviera a su nivel". La ubicación del edificio es
privilegiada y estratégica. Allí confluyen seis calles y de esta manera, es
posible reconocerlo desde distintas perspectivas. El proyectista recurrió al
estilo otoniano (s X-XI), predecesor del románico, para resolver una planta con
forma de cruz latina, con nave central, dos laterales y transepto. Es
característico de este estilo el uso de la planta basilical romana y tres
ábsides. Hay galerías o tribunas con profusión de arcos de medio punto, así
como alternancia en los soportes (pilares y columnas) según el modelo renano.
Sobre la galería las lumbreras permiten la iluminación interior. Hay una
evocación a las construcciones del pueblo de Steyn, donde nació la
congregación.
El templo
desde el exterior expresa con claridad la organización interior. Sobre el
crucero hay una linterna ornamental, que coincide, en el interior, con un
orificio que debería dejar pasar la luz natural. Los vitrales provocan una
explosión de luz.
Tiene tres
accesos, el principal ocurre por la esquina, aprovechando la vereda como atrio,
para lograr un máximo aprovechamiento de la parcela. Cuatro escalones elevan la
iglesia para darle jerarquía. Una pequeña porción de atrio, bajo el portal
abocinado con su correspondiente tímpano, precede al reducido nártex, espacio
de transición que prepara el clima interior de gran dramatismo, creado gracias
a la escenografía adecuada y a los contrates de luz y sombra.
Las dos
torres que flanquean el acceso principal nacen con una planta hexagonal que al
sobrepasar la cubierta, mediante el hábil uso de gabletes, logra la transición
a la planta circular de los campanarios, formados por una sucesión de columnitas
esbeltas, que culminan en chapiteles de color azul que apuntan al cielo. Estas
torres dominan el conjunto, con su altura que las hace visibles a la distancia.
Dos de las caras hexagonales de cada una de ellas, sostienen esferas de reloj
con números romanos, llegando a un total de cuatro.