Pasaje
Monseñor Zaspe Esq. Salguero y Cabello
1880?
El Pasaje Monseñor
Zaspe, anteriormente llamado El Lazo y antiguamente conocido como La Rinconada,
no es exactamente un pasaje sino una calle sin salida, que se introduce en la
manzana a manera de continuación de la calle Jerónimo Salguero. Esta
penetración circulatoria deforma la manzana, conformando una península que es
una parcela ocupada en su totalidad por un edificio de planta casi rectangular
de 40 x 16 metros aproximadamente, cuyo eje mayor se alinea paralelamente a
Salguero. Para alcanzar la esquina, el volumen edilicio se desprende de las
aristas y se suaviza acompañando la curva de la vereda, por un lado y
reconstruyendo la simetría, por el otro.
El sistema
constructivo es el típico, en esa época, para la ejecución de mercados. Una
estructura metálica remachada, de planta abierta sosteniendo una cubierta
liviana para proteger la actividad propia del mercado que es el intercambio
comercial. La cubierta a cuatro aguas tiene una claraboya alargada, en
coincidencia con la cumbrera, que permite la ventilación y la iluminación
cenital. Sin canaletas, todo su perímetro tiene una cenefa decorativa de cinc.
En su interior el cielorraso superior es un machihembrado de madera pintada,
que acompaña la geometría y las pendientes de la cubierta, dejando a la vista
la estructura sustentante.
Tiene un
entrepiso que ocupa la totalidad de la planta en la mitad de su altura.
Este
sector de Palermo era de casas con no más de dos plantas, en la parte baja de Palermo,
cercana a la barranca donde estaba la penitenciaría que hoy es la plaza Las
Heras. Se dice que era una zona marginal frecuentado por personajes de dudosa
moral.
Un rincón evocador
de una ciudad que supo combinar el pasado con un cambio constante hacia un
futuro desconocido.
En más de
un siglo la zona se fue transformando y el edificio del antiguo mercado fue albergando
diferentes actividades, conservando su estructura y su morfología. Habla bien
del proyecto esta flexibilidad o capacidad para adaptarse a los cambios.
La actividad
comercial se transformó atomizándose en diversos locales perimetrales con
frente vidriado. Si bien los paños de vidrio resolvieron la seguridad y la
climatización, conservando la integración y continuidad visual original entre el
interior y el exterior, la mayor parte de ellos fueron pintados o cubiertos,
desvirtuando su esencia que es la transparencia. Hoy la esquina se percibe como
un volumen cerrado y desintegrado de la vida barrial.