Además de clasificarse en primarios, secundarios y
terciarios, los colores se denominan como cálidos y fríos según su ubicación en
el espectro cromático, de acuerdo a sensaciones térmicas subjetivas.
Producen sensaciones que influyen inconscientemente en
el ánimo del usuario. Tiene que ver con asociaciones de la presencia de los
colores en la naturaleza, como resultado de experiencias personales o conceptos culturales incorporados.
Cuando no se tiene conciencia de su influencia, ésta interviene
sobre el inconsciente, eludiendo las represiones y actuando directamente en el individuo
sin control de la conciencia sobre las emociones.
De aquí surge la responsabilidad del profesional que
interviene, definiendo la apropiada selección de los colores según el uso que
se le dé a cada espacio, variando según la función y el tipo de usuario. Esa
selección no puede ser casual ni arbitraria, sino que debe ser el resultado de
un delicado estudio previo.
En el área educativa el único diseño curricular que
considera los aspectos cromáticos es el de educación inicial.
Los colores se pueden usar saturados o neutralizados. La
combinación de los complementarios (opuestos en el círculo cromático) sirve
para equilibrar o intensificar.
En apretada y veloz síntesis podría generalizarse que
el amarillo favorece la claridad mental para los procesos lógicos, el naranja
invita a la acción, el rojo es energizante, el azul ayuda a la concentración,
el verde beneficia la relajación.
Obviamente, para que existan los colores debe haber luz y donde hay luz
hay vida.