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domingo, 6 de septiembre de 2015

EL PATIO ESCOLAR. La otra mirada.

“Patio: Espacio cerrado con paredes o galerías, que en las casas y otros edificios se suele dejar al descubierto.” (Diccionario de la lengua española-RAE)

El patio es el vacío que queda entre las aulas. Esta visión parece ser el motivo que genera en las autoridades escolares la necesidad de cubrir y llenar y avanzar sobre los espacios descubiertos construyendo aulas, talleres, laboratorios, oficinas, salas de maestros, depósitos y todo otro espacio cubierto que consideran que la escuela pueda necesitar.
“Horror vacui”. Los vacíos generan tensión y la ansiedad por llenarlos. La necesidad de ocuparlo parece ser el motivo por el que se empieza a llenar de construcciones. Es como si lo descubierto fuera algo incompleto, que necesita ser llenado para hacer desaparecer la tensión original, tranquilizando con la sensación del deber cumplido.
Por definición un espacio vacío existe para ser llenado. Por lo tanto, al considerar al patio como un espacio vacío, nos encontramos ante un error conceptual que es el que le genera todos los males al desprestigiado espacio. Error que proviene de privilegiar el desarrollo intelectual por encima de la actividad física. Más allá de las enunciaciones rimbombantes y discursivas de “Mens sana in corpore sano”, las verdaderas intensiones se ven en la cantidad de horas previstas en la curricula y en los programas de educación física, que es lo que va a determinar las dimensiones reales de los espacios destinados a estas actividades.
En el rincón opuesto se encuentran los alumnos, inconsultos usuarios del patio, que consideran a éste como el área esencial, alrededor de la cual se ordenan y subordinan todas las aulas. El patio, de ubicación central en el recuerdo de los ex alumnos, es el lugar de los momentos más deseados. Aquí se desarrollan las actividades informales, con libertad dentro del contexto permitido. El recreo el momento esperado por los alumnos y el más temido por los maestros.
Los códigos establecen dimensiones mínimas para los patios, no medidas máximas. Esto señala dónde está el peligro. Los redactores temieron, en todos los casos, la construcción de espacios insalubres.
“Los patios abiertos de recreo tendrán una superficie pavimentada mínima de 2 m2 por alumno. Estarán orientados de manera de obtener el mejor asoleamiento, evitando grandes áreas de sombra permanente y/o expuestas al viento” (2.10.2. CRAE).
“Una escuela, en cualquiera de sus niveles y modalidades, sean estos del ámbito Oficial o Privado, cualquiera sea el número de alumnos, contará con patios de una superficie acumulada no inferior al 75 % del área total de las aulas.” (7.6.1.3 CECBA).
Desde la mirada del planificador y proyectista, el patio tiene la misma importancia pedagógica que el resto de los ámbitos escolares. No existen espacios mejores que otros para el desarrollo de la labor educativa. Todos los espacios deberán permitir y acompañar la labor del docente creativo y despierto a los intereses e inquietudes de sus alumnos.

El patio probablemente sea el ámbito con mayores posibilidades para favorecer el encuentro espontáneo con los otros, de experiencias directas con el ambiente e incorporación de valores a través de actividades tan estimulantes como el juego grupal o el deporte en equipo.

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