“Patio: Espacio cerrado con paredes o
galerías, que en las casas y otros edificios se suele dejar al descubierto.” (Diccionario de la lengua
española-RAE)
El
patio es el vacío que queda entre las aulas. Esta visión parece ser el motivo
que genera en las autoridades escolares la necesidad de cubrir y llenar y
avanzar sobre los espacios descubiertos construyendo aulas, talleres, laboratorios,
oficinas, salas de maestros, depósitos y todo otro espacio cubierto que
consideran que la escuela pueda necesitar.
“Horror
vacui”. Los vacíos generan tensión y la ansiedad por llenarlos. La necesidad de
ocuparlo parece ser el motivo por el que se empieza a llenar de construcciones.
Es como si lo descubierto fuera algo incompleto, que necesita ser llenado para
hacer desaparecer la tensión original, tranquilizando con la sensación del
deber cumplido.
Por
definición un espacio vacío existe para ser llenado. Por lo tanto, al
considerar al patio como un espacio vacío, nos encontramos ante un error
conceptual que es el que le genera todos los males al desprestigiado espacio. Error
que proviene de privilegiar el desarrollo intelectual por encima de la
actividad física. Más allá de las enunciaciones rimbombantes y discursivas de “Mens
sana in corpore sano”, las verdaderas intensiones se ven en la cantidad de
horas previstas en la curricula y en los programas de educación física, que es
lo que va a determinar las dimensiones reales de los espacios destinados a
estas actividades.
En el
rincón opuesto se encuentran los alumnos, inconsultos usuarios del patio, que
consideran a éste como el área esencial, alrededor de la cual se ordenan y
subordinan todas las aulas. El patio, de ubicación central en el recuerdo de
los ex alumnos, es el lugar de los momentos más deseados. Aquí se desarrollan
las actividades informales, con libertad dentro del contexto permitido. El
recreo el momento esperado por los alumnos y el más temido por los maestros.
Los
códigos establecen dimensiones mínimas para los patios, no medidas máximas.
Esto señala dónde está el peligro. Los redactores temieron, en todos los casos,
la construcción de espacios insalubres.
“Los patios abiertos de recreo tendrán
una superficie pavimentada mínima de 2 m2 por alumno. Estarán orientados de
manera de obtener el mejor asoleamiento, evitando grandes áreas de sombra
permanente y/o expuestas al viento”
(2.10.2. CRAE).
“Una escuela, en cualquiera de sus
niveles y modalidades, sean estos del ámbito Oficial o Privado, cualquiera sea
el número de alumnos, contará con patios de una superficie acumulada no
inferior al 75 % del área total de las aulas.” (7.6.1.3 CECBA).
Desde
la mirada del planificador y proyectista, el patio tiene la misma importancia
pedagógica que el resto de los ámbitos escolares. No existen espacios mejores
que otros para el desarrollo de la labor educativa. Todos los espacios deberán
permitir y acompañar la labor del docente creativo y despierto a los intereses
e inquietudes de sus alumnos.
El
patio probablemente sea el ámbito con mayores posibilidades para favorecer el
encuentro espontáneo con los otros, de experiencias directas con el ambiente e incorporación
de valores a través de actividades tan estimulantes como el juego grupal o el deporte
en equipo.
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