Beruti
3837
Arq./Ing. Arturo
Prins
1925
La verja del Jardín Botánico interrumpe la calle Beruti, con
amable complicidad, para detener al viandante distraído que no hubiera escuchado
el canto de esta magnífica casa de renta que, a escasos setenta metros de ella,
juega un papel protagónico, destacándose del contexto con distinguida presencia.
Vale aquí parafrasear a Paul Valery cuando dice “hay
edificios mudos, otros que hablan y unos, los más raros, que cantan”.
La puerta de entrada es de hierro con dos hojas de vidrio
transparente y hierro cual encaje sugerente, invitando a espiar y penetrar. Por
detrás de ella arranca un largo pasillo que conduce a los diez departamentos de
vivienda de la planta baja y a las escaleras que por la izquierda conducen a
los otros diez de la planta alta. En el recorrido se suceden escalones, puertas
acristaladas de madera y patios a diestra y siniestra que permiten la
iluminación y ventilación de cada uno de los departamentos. Todo esto dentro de
un terreno, casi trapecial, que tiene cerca de veintiséis metros de ancho y una
profundidad que supera los cincuenta metros.
Una fachada, con clara influencia del Barroco Eduardiano, sin
caprichos, sino con una simetría rigurosa y una diferenciación expresiva de
cada nivel, que anuncia la organización funcional interior.
La planta baja se apoya en un zócalo de piedra sedimentaria. Por
encima balaustradas que coinciden con los balcones enrasados, almohadillados en
todo el ancho, vanos con arcos de medio punto para todas las aberturas.
En la planta alta se desvanece el revoque para mostrar la verdad
desnuda del muro de ladrillos de treinta, con junta tomada y aparejo holandés.
Los balcones vuelan levemente, con modillones inferiores con volutas
decididamente barrocas y barandas de hierro. Los vanos son adintelados con
frontis alternadamente rectos y curvos.
Las puertas-ventana son de dos hojas de abrir de madera,
pintadas de blanco, con cristales repartidos, banderolas y persianas metálicas.
La transición entre los almohadillados y la mampostería se
resuelve con una ondulante sucesión de motivos vegetales dominados por mascarones con la cara
de Heracles (Hércules), mirando hacia su izquierda, hasta siete veces,
por debajo de los balcones y cubriendo parcialmente la dovela principal de los
arcos de la planta baja. Es muy curiosa la elección de esta figura mítica, lo
mismo que su actitud. ¿Qué habrá querido transmitirnos este proyectista
uruguayo nacionalizado argentino? Porque todo lo que un arquitecto quiere decir
lo escribe en sus obras, sólo hay que saber descifrarlas
El remate de la fachada se materializa con una cornisa contínua,
que parece mantener levantado el telón para que sigamos disfrutando del
espectáculo.
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